El Ayuntamiento ha instalado allí unos bancos para que los visitantes puedan descansar un rato y disfrutar del entorno del municipio.
Se puede acceder andando por lo cerca que se encuentra del núcleo urbano.
No hay zona de aparcamiento.
]]>El Ayuntamiento ha instalado allí unos bancos para que los visitantes puedan descansar un rato y disfrutar del entorno del municipio.
Se puede acceder andando por lo cerca que se encuentra del núcleo urbano.
No hay zona de aparcamiento.
]]>Conserva un magnífico retablo procedente de la escuela de Gregorio Fernández, así como un pequeño museo que alberga unas cuantas tablas pintadas. Destacan una escultura de San Miguel, obra de José de Rozas, uno de los escultores vallisoletanos más importantes de hacia el año 1700; cuatro tablas, procedentes seguramente de un retablo descabalado, atribuidas al gran pintor vallisoletano del siglo XVI Antonio Vázquez; un retablo neoclásico con varias esculturas de santos mercedarios que en origen provendría del Monasterio de la Merced de Valladolid…
Sobre los arcos corre una imposta, sustentada por dos ménsulas renacentistas. La espadaña, a los pies, recientemente levantada, está construida en piedra y tiene un solo cuerpo.
La custodia un importante Crucifijo atribuido a Francisco de la Maza, escultor que se encargó de la construcción del retablo mayor de la iglesia.
En el interior, retablo neoclásico de fines del siglo XVIII, con dos buenas tallas: un Cristo del siglo XVI y una Dolorosa del XVII.
]]>«En una zona a cuatro kilómetros de la localidad existen siete chozos antiguos, en muy mal estado, donde tiempo atrás los pastores vivían. Decidí comenzar a reparar uno de ellos, que se encontraba hundido, y mi labor acaba con la inauguración del Chozo del Salerillo», ha asegurado Epifanio Ávila, que ha subrayado que el acto ha servido para homenajear «a todos los pastores de estas tierras». Respecto al origen de la cabaña, el regente del restaurante Ávila, uno de los dos bares de Villabáñez, hace sus cuentas con el testimonio de Roque Peña San José, su suegro. «Él, que era pastor, me contó que su bisabuelo ya le hablaba del chozo, que dormía allí, y que lo databa en 1714, es decir, como mínimo tiene 300 años de antigüedad».
Epifanio Ávila, que encontró la cabaña «hundida por el paso del tiempo», lleva trabajando seis meses en la restauración. «La reforma la he realizado por mi cuenta, con ayuda puntual de mi mujer. El chozo mide tres metros de altura y posee una circunferencia de cinco metros».
Las obras de restauración de la cabaña se llevaron a cabo con el permiso del Ayuntamiento de Villabáñez y del Instituto para la Conservación de la Naturaleza (ICONA). La labor, según Epifanio Ávila, ha sido «constante, día a día, que me ha llevado muchas horas y algún problema con mi mujer, que se preguntaba que se me había perdido por aquella parcela», ha bromeado el jubilado de Villabáñez. Sobre el mantenimiento de la cabaña, Ávila ha asegurado que «será el mismo el que se encargue de cuidarla, habilitando un espacio para que la gente pueda merendar allí y pasar la tarde. Por supuesto, el acceso es libre y gratuito para todo aquel que quiera visitarlo», ha comentado.
A pocos metros de la choza Epifanio Ávila se ha situado una placa, donde se puede leer la fecha en la que sitúa Epifanio la cabaña, 1714, y el siguiente título: «reformado por un jubilado».
]]>